Andrea Núñez
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Esta tarde acudí a comprar a la juguetería ubicada en la calle obispo Aguirre de Lugo. Cuando estaba en la cola esperando a que terminaran de envolver los regalos que había comprado, mi marido, que me estaba esperando fuera con mi hijo, entró con él a la tienda llevándolo a hombros. al entrar agitó las manos e hizo un sonido para decirle a su padre que algo le estaba llamando la atención.
Mi hijo tiene un trastorno del neurodesarrollo y con casi cuatro años, no habla, pero cuando quiere comunicarse emite sonidos guturales. Cabe decir en mi relato que somos clientes habituales de la tienda y que las personas que profirieron estos comentarios no son trabajadoras eventuales. La más mayor rubia y de gafas al oírlo dijo literalmente que a algún niño había que darle un tortazo para educarlo y la de pelo ondulado de unos 40 años dijo que parecía que al entrar había arrancado la moto. Después se rieron y continuaron con los comentarios.Ellas no sabían que el niño era mi hijo. Yo mientras envolvían los regalos escuché todo tipo de mofas y comentarios hirientes hacia mi hijo con discapacidad.
Cuando ya me cobraron y tenía la bolsa con la compra en la mano le dije a la señora mayor, que el niño del que hablaban, era mi hijo y que no creía muy necesario ni reírse de él ni hacer esos comentarios. Le expliqué que tiene un trastorno de espectro autista y que por eso se comunica de esa forma. Me pidió disculpas diciendo que habían dicho todo eso porque no lo sabían a lo cual contesté que si trataran con respeto a los clientes y no hicieran comentario alguno no les pasarían estas cosas, y que las personas con discapacidad no acostumbran a llevar carteles identificativos para que los empleados de los establecimientos no se mofen de ellos. Personalmente no volveré a comprar en esta tienda y recomendaré a todas las personas de mi círculo, que tampoco lo hagan.
Aprovecho esta reseña para contestar a la señora Dopazo que desmiente que el hecho de mi relato ha tenido lugar.
Comentarle varias :
Estos hechos ocurrieron antes de regresar al establecimiento para devolver lo recién comprado y habiéndole contado a mi marido lo sucedido, dado el agravio.
De estos comentarios iniciales fueron testigo varios clientes.
De las disculpas que esta dependienta rubia y mayor me pidió en segunda ocasión) también fueron testigo varias personas que estaban en la cola, aduciendo en ambas ocasiones que habían hecho esos comentarios porque desconocían que mi hijo fuese autista y la citada dependienta dijo textualmente: te pido disculpas en mi nombre y en el de mi compañera.
Evidentemente sin sentido, ya que lo normal es que no hagan ningún comentario despectivo aludiendo a su discapacidad aunque no sepan que lo es porque nadie lleva ningún cartel anunciando su diversidad
